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sábado, 27 julio, 2024

El mural que desaparece de Carlos Páez Vilaró espera un nuevo destino a diez años de la muerte de su autor

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En la esquina de Figueroa Alcorta y Tagle, su deterioro alarma desde hace años a los vecinos. ¿Tendrá un nuevo lugar? ¿Qué significaba para el pintor? Su hija Agó, también artista, sigue de cerca las gestiones sobre la única obra pública de su padre en nuestro país.

Mariana Mactas

24 de febrero 2024, 00:00hs

El mural que desaparece de Carlos Páez Vilaró espera un nuevo destino a diez años de la muerte de su autor

Este sábado 24 de febrero se cumplen diez años de la muerte del artista uruguayo Carlos Páez Vilaró. El aniversario sucede en pleno recuerdo renovado de la tragedia de Los Andes, donde su hijo Carlitos fue uno de los 16 sobrevivientes, gracias a la repercusión de la película La Sociedad de la Nieve. Mientras, en Buenos Aires, acaso el recuerdo más vívido y cotidiano del artista sea el enorme mural que ven todos los días quienes pasan por la esquina de Figueroa Alcorta y Tagle. Una reproducción a gran escala de “Mi Buenos Aires”, con Gardel en el centro, que el tiempo y la intemperie deterioraron hasta hacerlo casi desaparecer.

El mural que desaparece de Carlos Páez Vilaró espera un nuevo destino a diez años de la muerte de su autor

“Mi padre le tenía mucho cariño a la ciudad —dice a TN Agó Páez, también artista—. Tuvo un departamento en el hotel Alvear que era el antiguo lugar de las planchadoras. Y también un atelier en un antiguo teatro La Recoba, frente al Italpark, donde poníamos colchones para dormir en el escenario. Fuimos muy felices compartiendo una vida de bohemia, arte y creatividad. Fuimos privilegiados al tener un padre que compartía el arte y su vida con nosotros. Lo recordamos a diez años de su partida. Ese mural fue la reproducción de un original creado por mi padre y realizado por un equipo de pintores. Se dejó que se deteriore porque el plan sería reproducirlo en una nueva construcción”.

El mural que desaparece de Carlos Páez Vilaró espera un nuevo destino a diez años de la muerte de su autor

En la medianera, sobre la esquina emblemática donde estuvo el bar Rond Point y ahora hay una concesionaria de autos caros, frente al edificio de la TV Pública, el mural saluda al tránsito que sube por la avenida. Es el único en vía pública con la firma de Páez Vilaró, que dejó sus creaciones coloridas en las paredes de, por ejemplo, la sede de la OEA, “Raíces de Paz”, de 160 metros. Pintado en 1989, y sin mantenimiento, la obra está desapareciendo. Pero los vecinos, que reclamaron su puesta en valor, pueden tener ahora una esperanza de que el mural siga, desde otra ubicación, alegrando el paisaje porteño. La construcción de un nuevo edificio en esa esquina —a cargo de otro uruguayo, el arquitecto Carlos Ott—resultaría en su mudanza, reproducido en un espacio nuevo, para que no se pierda. Si el escenario es otro, se procedería a su restauración.

Detalle del mural de 160 metros realizado por Páez Vilaró en la sede de la OEA.

Detalle del mural de 160 metros realizado por Páez Vilaró en la sede de la OEA.Por: �Juan Manuel Herrera/OAS

Así lo confirmaron a TN desde el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de CABA. “Actualmente, diferentes áreas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires retomaron el diálogo con la familia de Paez Vilaró para buscar la mejor forma de conservar el mural. Se está evaluando en conjunto la posibilidad de restaurarlo o de buscar una ubicación alternativa. Si fuera el caso, se realizarían los peritajes pertinentes para que la reproducción respete el tamaño, la morfología y el color. También será importante la elección de la pared, ya que la misma debe mantener la perspectiva e iconicidad del lugar actual. Cualquier decisión que se tome se hará en conjunto y con el consentimiento de la familia del autor”.

El mural que desaparece de Carlos Páez Vilaró espera un nuevo destino a diez años de la muerte de su autor

En la Embajada de Uruguay siguen de cerca el tema de un mural al que ya le cortaron la cabeza (el sombrero de Gardel) para emplazar una publicidad. “Todos quieren mejorar el mural. Hay voluntad y diálogo con las autoridades de la ciudad para resolverlo: o se muda o se reproduce en la pared del edificio futuro”, sintetiza el embajador Carlos Enciso.

“Realmente mi padre sabía que los murales por lo general tienen su fin —dice Agó Páez—. Ya sea por las condiciones climáticas o por cambios en las construcciones donde se encuentran plasmados. Compartí con él muchas destrucciones de diferentes murales aquí en Uruguay. Lo importante fue expresarse y lograr que quede en cada persona que lo vio en su retina. Le gustaba pintar murales para compartir con el pueblo su arte y que llegara a todos. Buenos Aires fue donde comenzó a trabajar en su juventud, en una fábrica de fósforos, y luego su relación con Argentina continuó hasta que dejó este plano. El sueño de mi padre era pintar un avión (Pluna), las velas del capitán Miranda y grandes edificios. Tengo la alegría de haberlo acompañado ayudándolo con mis pinceladas. Logró pintar lo que se proponía porque, para él, todo era posible”.

Agó Páez, hija del artista, en el carnaval uruguayo con los tambores de su comparsa ganadora pintados por ella.

Agó Páez, hija del artista, en el carnaval uruguayo con los tambores de su comparsa ganadora pintados por ella.

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